El narrador y filósofo hondureño Roberto Castillo, haciendo referencia a Rafael Heliodoro Valle, ha rescatado la importancia de “una voluntad de hacer que no se doblega ante las carencias, limitaciones o dificultades” como base para la construcción de un “pensamiento propio, vigilante e identificador”.
Podemos afirmar que esa voluntad de hacer es la característica esencial del legado de Clementina Suárez. Poéticamente, le permitió integrarse por derecho propio a la vanguardia, tanto en cuanto al contenido como a su forma de expresión. Su sentido innovador se manifiesta ya desde los años 30, como puede apreciarse en una antología de la época, donde, entre treinta y cinco poetas nacidos entre 1869 y 1910, sobresale por romper con la métrica tradicional y aun la rima asonante. Esta identificación con la vanguardia literaria, así como su capacidad de entender la realidad circundante y su abierta simpatía por los cambios Sociales, la llevaron a reclamar la búsqueda de una identidad nacional, afirmando que el país “ni siquiera ha buscado la propia identidad del hondureño”. No obstante, enmarca acertadamente esta búsqueda en la idea de universalidad: “Todos los días avanzamos aunque sea lentamente y nos concretamos con fuentes ascendentes y renovadoras del mundo entero. Por lo menos actualmente el escritor ya no escribe para Honduras, tiene un sentido más universal”. Conceptos como justicia, lucha y esperanza, que parecen haber naufragado en los mares borrascosos de la posmodernidad.
Como nos podemos dar cuenta este es un mensaje de clementina Suarez y aunque le hizo algunas modificaciones a la poesía tradicional siguió manteniendo esa fuerza y extracto de la buena poesía, al igual nos brinda una exhortación y motivación para hacer las buenas cosas y luchar por alcanzar cualquier cosa que queramos.
(Castillo, Roberto: Filosofía y pensamiento hondureño. Editorial
Universitaria, Tegucigalpa, 2000. P. 119.)
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